La biodiversidad de las Islas Galápagos, en peligro por la acción del ser humano
La biodiversidad de las Islas
Galápagos está en peligro y, una vez más, el causante no es otro que el
ser humano. El impacto a lo largo de los últimos treinta años,
provocado por los turistas y los residentes de la zona, se ha agravado
como consecuencia del cambio climático, amenazando la supervivencia de
un ecosistema único en la Tierra.
Las Islas Galápagos, provincia de
Ecuador situada a 972 kilómetros de la costa del país andino, son el
producto de una fuerte actividad tectónica que tuvo lugar hace más de
cinco millones de años. El archipiélago está compuesto por 107 islotes y
trece islas volcánicas, seis de un tamaño menor. En la actualidad,
islas como Isabela y Fernandina -cura erupción fue hace tres años- no
han completado aún su proceso de formación.
Una de las características principales
de esta región es su inmensa variedad de especies endémicas, únicas en
todo el mundo. La convergencia de corrientes marinas de temperaturas
dispares hace posible la coexistencia de animales que soportan
temperaturas muy bajas, como los pingüinos, y otros más preparados para
vivir con temperaturas elevadas, caso de los tiburones martillo.
Las especies que habitaban el conjunto
de islas tuvieron que adaptarse a las condiciones climáticas, lo que
motivó a Charles Darwin para trabajar sobre ellas y formular la que más
tarde sería su Teoría de la Evolución.
Desde hace tres décadas, la cifra de
visitas a las islas se ha incrementado a 180.000 por año, mientras que
el número de residentes ha pasado de 1.300 a los 25.000 actuales. A
pesar del beneficio económico que proporciona a Ecuador la afluencia de
turistas, los viajeros han traído consigo a especies foráneas como la
mosca de la fruta o el caracol africano, que ponen en peligro a los
animales autóctonos.
Sin embargo, y al margen de los
problemas ocasionados de forma directa por la presencia del ser humano,
hay que tener en cuenta otros peligros indirectos para las Islas
Galápagos. Así, los expertos estiman que el cambio climático originará
un calentamiento global que aumentará las precipitaciones en los
archipiélagos, deteriorando los bosques de cactus opuntia y afectando a
la vida de las tortugas que bautizan a estas ínsulas.
En una conferencia celebrada el pasado 28 de marzo en Puerto Ayora (Ecuador), el economista y autor del Informe Stern,
Nicholas Stern, señaló la necesidad de disminuir el número de visitas y
residentes en las islas. De esta manera se podrían evitar futuras
pérdidas en la flora y la fauna de las Galápagos. Además, Stern
consideró que las ricas características de este archipiélago podrían
ayudar a que al ser humano comprenda los peligros y consecuencias reales
del cambio climático.
Por su parte, el director ejecutivo de Conservación Internacional Ecuador, Luis Suárez,
planteó reducir las zonas de pesca para que el ecosistema tenga un área
más extensa donde poder restablecerse tras el fenómeno climático.
Asimismo, un informe emitido por el Ministerio del Ambiente de Ecuador,
en colaboración con organizaciones no gubernamentales y el Parque
Natural de las Islas Galápagos, demuestra que entre 1980 y 1990 hubo
efectos tremendamente negativos para las especies. Por ejemplo, el
número de cormoranes no voladores y lobos marinos descendió en un
cincuenta por ciento, y también murieron el noventa por ciento de las
iguanas marinas. Además, la mayoría de las crías de foca no lograron
sobrevivir, mientras que el censo de pingüinos disminuyó en un 75 por
ciento.
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