Galápagos es además el archipiélago oceánico tropical mejor
conservado del mundo. Las especies que se adaptaron exitosamente a un paisaje
yermo e inhóspito con frecuencia ocupan un nicho único en ese ecosistema, y
tienen poca competencia por los alimentos, el agua y el espacio. La introducción
de especies nuevas en ecosistemas tan simples puede tener efectos rápidos y de
mucho alcance.
El hecho de que una
superficie de tierra tan pequeña y el mar que la rodea, como es el archipiélago
de Galápagos, contenga una variedad tan increíble de extremos climáticos y
oceanográficos, y plantas, animales y ecosistemas tan únicos, además de
encontrarse en un estado casi inalterado en gran parte de su superficie, hace
que las islas tengan el mismo atractivo mágico que la Antártida, pero la
superficie terrestre de Galápagos es infinitesimalmente pequeña en comparación.
Galápagos es una gema muy pequeña pero muy valiosa en la corona de la
biodiversidad

Las personas — tanto residentes como turistas — se han
vuelto parte del ecosistema de Galápagos, como muchas especies de flora y fauna
que fueron introducidas en las islas por el ser humano. Uno de los desafíos que
encara la FCD, igual que todos aquellos que buscan proteger y conservar
Galápagos, es encontrar la mejor forma de integrar las necesidades de la
población humana limitando al mismo tiempo nuestro impacto en esta parte única
del mundo. No se puede separar la sostenibilidad medioambiental de la económica
y social.
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